Varias razas de perros de pedigrí tienen problemas de salud hereditarios que pueden afectar negativamente su calidad de vida.
Por ejemplo, pueden tener afecciones ortopédicas o enfermedades oculares que pueden transmitirse de padres a hijos.
Una raza que ha estado en el punto de mira recientemente es el Bulldog inglés. Estos perros sufren de una serie de problemas de salud graves que están asociados con las características físicas que se consideran deseables en la raza. El principal es la enfermedad braquicefálica de las vías respiratorias, la dificultad respiratoria asociada y la susceptibilidad al estrés por calor. Esto se debe a la boca corta, el paladar blando alargado y una serie de otras anomalías del tracto respiratorio superior que pueden interferir con el flujo de aire. El Bulldog Inglés también tiene pliegues de la piel que pueden albergar infecciones, trastornos de las articulaciones debido a su tamaño voluminoso y su conformación, y por lo general no pueden aparearse o dar a luz de forma natural.
Con otras razas de perros, la solución a los problemas de salud genética es incorporar los genes de otros animales sin estos problemas para reducir su incidencia en la descendencia. Por ejemplo, elegir perros con menos pliegues cutáneos y narices más largas para un programa de cría, y así se podría reducir la gravedad de estas condiciones genéticas de salud en las generaciones futuras. Sin embargo, parece que esto ya no es posible en el Bulldog inglés.
Científicos de la Universidad de California han publicado un estudio sobre la genética de los Bulldogs ingleses para ver si había una variación suficiente en su composición genética para alejarse de sus problemas de salud. Descubrieron que había muy poca variación en los genes entre los perros registrados existentes, por lo que los criadores no podrán cambiar sus características físicas mediante la cría con perros existentes.
Una solución sugerida para este problema es introducir genes de otras razas para minimizar los problemas de salud genética en la raza. Una opción es criar Bulldogs ingleses a una raza americana relativamente nueva conocida como Olde English Bulldogge. Esta raza se parece mucho al Bulldog inglés, pero tienen un hocico más largo y, por lo tanto, menos problemas de respiración. También tienen menos pliegues cutáneos y es menos probable que necesiten reproducción asistida. La idea de combinar los genes de estos dos perros es mantener el «tipo» de Bulldog inglés a la vez que se reduce la incidencia y la gravedad de sus problemas de salud.
Es una solución controvertida. Los amantes de la raza no están contentos con este enfoque porque les preocupa que el Bulldog inglés pierda esas características que son únicas para ellos y que hacen que la raza sea tan popular. Una respuesta similar de los criadores se observó en 2009 cuando el Reino Unido Kennel Club cambió los estándares de cría para promover la producción de perros más sanos. Desafortunadamente, el encantador y popular Bulldog inglés se encuentra en una encrucijada donde si la raza continúa en su camino actual, habrá preocupaciones continuas sobre la salud de estos perros. Ya no es aceptable comprometer la salud de un perro por el bien de la apariencia y la tradición. Puede ser esencial introducir nuevo material genético para salvar esta raza y tener un efecto positivo en su bienestar.