La regurgitación es la expulsión relativamente fácil de alimentos no digeridos, sin arcadas. Ocurre porque el esófago está físicamente bloqueado o hay una falla en el mecanismo de deglución (peristalsis).
En cualquier caso, la comida se acumula hasta que el esófago está sobrecargado, después de lo cual el alimento es expulsado pasivamente.
La regurgitación no debe confundirse con el vómito. El vómito es la expulsión forzada del contenido estomacal, precedido por arcadas. La comida vomitada huele mal, parece digerida, o al menos parcialmente digerida, y a menudo se mezcla con bilis amarilla.
La regurgitación crónica (del tipo que aparece y desaparece pero parece empeorar) sugiere una obstrucción parcial causada por megaesófago, estenosis o tumor.
Una complicación grave de la regurgitación es la neumonía por aspiración, en la cual los pulmones se infectan como resultado de la aspiración (inhalación) de alimentos en ellos. Cuando la comida regurgitada termina en los pulmones, el resultado es una neumonía por aspiración. Otra complicación potencialmente grave es la infección de la cavidad nasal. Esto ocurre cuando la comida se regurgita en la nariz.
Los ataques de tos y arcadas severas pueden confundirse con regurgitación o vómitos. Es importante distinguir entre las tres condiciones, porque cada una denota una enfermedad en un sistema diferente.
Disfagia (dificultad para tragar dolorosamente)
Si hay un bloqueo parcial, la deglución puede ser difícil y dolorosa, pero el gato no necesariamente regurgita. Un gato con un esófago doloroso hace intentos repetidos de tragar el mismo bocado y come lentamente. Puede haber una pérdida apreciable de peso, y a medida que la afección se vuelve más dolorosa, el gato puede dejar de comer por completo.
La deglución dolorosa puede asociarse con infecciones bucales, infecciones dentales, dolor de garganta o amigdalitis. Los gatos con estas condiciones también suelen tener babeo y halitosis. A veces, el gato puede comer alimentos ablandados o líquidos, pero no alimentos duros o secos. Algunos gatos lamerán la «salsa» de alimentos enlatados pero no comerán los trozos.