Si un perro en un entrenamiento muestra un comportamiento que se traduce en un resultado positivo percibido,
él o ella es más probable que muestren el comportamiento de nuevo en ocasiones posteriores, esto se conoce como refuerzo. Si un comportamiento da como resultado un efecto negativo, percibido, el perro es menos probable que muestre el comportamiento de nuevo, esto es castigo. Para cambiar un comportamiento, se podría ya sea castigar a un comportamiento no deseado o reforzar el deseado.
‘El castigo’ tiende a ser una palabra emotiva, pero científicamente esto sólo significa una disminución de la probabilidad de que una conducta se repita. Por lo tanto, dependiendo de las características, la experiencia del animal, y las decisiones del entrenador, un ‘castigo’ podría variar desde un leve «no» a un estímulo aversivo, tales como un collar de púas apretado alrededor del cuello. El castigo se ha utilizado en la formación de los animales ya que los animales han vivido en estrecha proximidad con la gente. Sin embargo, sólo porque las técnicas de entrenamiento basadas en la inducción del miedo o el dolor, se han utilizado durante mucho tiempo, no necesariamente significa que sean la mejor opción en términos de eficacia o de bienestar de los animales. De hecho, la formación de un perro usando estas técnicas conlleva una serie de riesgos:
– El aumento de el miedo en los perros o ansiedad acerca de la situación en la q se encuentra.
– Disminuir la capacidad del perro para aprender.
– Asocia otros, eventos coincidentes con una situación que provoca del miedo
– Inhibir la conducta, pero deje la respuesta emocional subyacente sin cambios, aumentando la posibilidad de problemas en el futuro.
– Inducir una nueva evasión, o la respuesta agresiva.
– Causar confusión en cuanto a un comportamiento.
– Causar daño físico.
Además, hay muchas técnicas de formación para utilizar, que no requieren el uso de un severo castigo, no hay necesidad de utilizar técnicas que repercutan negativamente en el bienestar de los perros. La relativa seguridad y la eficacia de la utilización de técnicas de recompensa, o de formación punitivo, también deben tenerse en consideración.