Esta enfermedad es causada por una inflamación del iris y el cuerpo ciliar. El iris es el obturador que controla el tamaño de la pupila.
El cuerpo ciliar produce el líquido que nutre las estructuras en frente de la lente y mantiene la presión intraocular.
La mayoría de los casos de uveítis anterior son causados por complejos autoinmunes que obtienen acceso a la cámara anterior. Por lo tanto, la uveítis anterior puede ocurrir con una larga lista de infecciones bacterianas y enfermedades sistémicas en perros. Las enfermedades locales asociadas con la uveítis anterior incluyen ulceración corneal, ruptura de la lente y trauma en el ojo. En algunos casos de uveítis, la causa es desconocida.
La uveítis anterior es dolorosa y se acompaña de un ojo rojo, lagrimeo y bizquera intensos, evitación de la luz y protrusión del tercer párpado. La pupila es pequeña y reacciona con lentitud a la luz. Puede aparecer nebuloso o turbio debido a la inflamación en la cámara anterior. Una característica distintiva de la uveítis anterior (pero que no siempre está presente) es que el ojo afectado se siente más suave que el ojo normal.
El diagnóstico se realiza mediante un examen veterinario completo de los ojos. Es importante medir la presión intraocular para descartar el glaucoma.
Tratamiento
Cualquier enfermedad sistémica o local debe ser identificada y tratada. El tratamiento de la uveítis es complejo e implica el uso de corticosteroides locales y sistémicos, AINE, inmunosupresores y medicamentos que dilatan la pupila. Los problemas oculares que pueden ocurrir junto con o después de un episodio de uveítis anterior incluyen glaucoma secundario, cataratas, ojos hundidos y ceguera. La probabilidad de tales complicaciones se puede minimizar mediante un diagnóstico y tratamiento temprano.