La tuberculosis es una enfermedad muy grave que afecta a los pulmones en primer lugar. Es contagiosa, lo que significa que puede propagarse de una persona a otra, y para que algo así suceda, incluso una pequeña gota de agua liberada en el aire es suficiente.
El número de personas infectadas ha aumentado constantemente durante las últimas tres décadas, y aunque el tratamiento es posible y avanza constantemente, un número significativo de casos termina fatalmente cada año, particularmente en África y Asia.
Existen dos tipos de tuberculosis, latente y activa. Latente o inactivo se refiere a los casos en que las personas infectadas no desarrollan ningún signo ni síntoma debido a su fuerte sistema inmunológico, y este tipo de tuberculosis no es contagiosa, a diferencia de la actividad activa, que es muy grave y se caracteriza por el cansancio. Fiebre, escalofríos, pérdida de apetito y peso, sin ninguna explicación lógica. Dado que esta enfermedad afecta a los pulmones, no es imposible que los síntomas incluyan tos durante más de tres semanas, tos con sangre o dolor en el tórax al respirar o al toser. Además de los pulmones, también puede afectar otras partes del cuerpo, como los riñones, el cerebro e incluso la columna vertebral, pero en tales casos, los síntomas serán diferentes y dependerán del órgano afectado o de una parte del cuerpo.
Las principales causas de la tuberculosis
Cuando se trata de la causa de esta enfermedad grave y contagiosa, un microorganismo llamado mycobacterium tuberculosis se identifica como el principal culpable. Lo que es posible es que una persona con tuberculosis latente pueda desarrollar una forma activa de ella incluso años más tarde, lo que ocurrirá si, en algún momento, la bacteria comienza a multiplicarse repentinamente, aunque la razón por la que esto sucede no se conoce realmente.
Existe la creencia de que el sistema inmunitario debilitado puede ser responsable de esta reactivación de las bacterias, ya sea debido a la malnutrición, el abuso de drogas o alcohol, la quimioterapia o incluso el uso más prolongado de corticosteroides, por ejemplo. Sin embargo, lo bueno es que la tuberculosis puede tratarse y que las personas dejan de ser contagiosas aproximadamente dos semanas después del tratamiento. El tratamiento durará mucho más que el tratamiento de otras infecciones bacterianas, aproximadamente de seis a nueve meses, y consistirá de cuatro medicamentos, isoniazida, etambutol, rifampicina y pirazinamida, todos tomados al mismo tiempo, aunque algunos meses después, uno o dos medicamentos pueden ser retirados del tratamiento. La hospitalización es muy común durante el período inicial y dura hasta que el paciente deja de ser contagioso.