Poliomielitis o parálisis es una infección viral causada por el virus de la polio. La infección se transmite a través de las excreciones de la boca y de la nariz. Después de entrar en el cuerpo el virus se adhiere a las células intestinales, se reproduce y sale del cuerpo en las heces. Esto significa que el virus se puede transmitir por contacto directo con las heces infectadas o incluso si uno consume alimentos o agua contaminados por virus de la polio.
Los síntomas de esta enfermedad viral varían en consecuencia al grado de la infección. La infección de la polio tiene dos formas, paralítica y no paralítica. La poliomielitis no paralítica es una forma bastante común de la enfermedad. Básicamente no hay síntomas o si están presentes, son similares a los síntomas de la gripe. Los pacientes pueden sentirse cansados, tener dolor de cabeza y alta temperatura. A veces se quejan de dolor de garganta. Los síntomas se retiran dentro de dos semanas. La poliomielitis paralítica es la forma más grave de la enfermedad. Los síntomas son más severos como en este caso, el sistema nervioso y la médula espinal se ven afectados por la infección. Reflejan problemas con la respiración y la deglución, retención de orina y estreñimiento. El paciente puede experimentar sensaciones anormales, sufren de dolores de cabeza y cambios en los estados de ánimo. La enfermedad puede complicarse con espasmos musculares o incluso parálisis. El resultado letal en esta forma de la enfermedad es causada principalmente por insuficiencia respiratoria.
El diagnóstico se establece después de que los datos se hayan tomado del paciente o del entorno. Si no hay datos de las vacunaciones anteriores y los síntomas apuntan a la polio es el diagnóstico más definitivo. Aún así, en muchos casos se toman las muestras de líquido cefalorraquídeo para descartar la posibilidad de otras enfermedades como la meningitis. El diagnóstico definitivo se establece con ayuda de cultivos virales y los niveles específicos de anticuerpos contra el virus de la polio.
No existe la cura definitiva para la polio. La prevención es la única opción. El tratamiento de la poliomielitis paralítica tiene que concentrarse en las posibles complicaciones como la insuficiencia respiratoria. La retención urinaria puede ser adecuadamente tratada por ciertos medicamentos. En caso de secuelas el paciente tiene que usar aparatos ortopédicos para la vida a no ser que la terapia física o incluso la cirugía ortopédica ayude en el restablecimiento de la función normal de la pierna previamente.
La vacuna contra el virus de la polio se ha dado a los niños regularmente desde mediados del siglo XX. En 1955, el Dr. Jonas Salk desarrolló una forma inyectable de la vacuna inactivada. En 1961 una forma oral de la vacuna de virus fue desarrollada por Albert Sabin. Estos dos hombres son responsables de la disminución y erradicación casi completa de la infección de la polio en algunas partes del mundo.
La vacuna es la única manera de prevenir la poliomielitis y posibles complicaciones fatales. Sólo en la India y Asia esta enfermedad todavía está presente debido a la vacunación irregular.