Las alergias y el asma pueden hacer que el ejercicio sea más desafiante. Pero si su condición está bien administrada y toma algunas precauciones, debería poder hacer ejercicio sin preocuparse.

Conozca su alergia o desencadenantes del asma y haga ejercicio alrededor de ellos. Por ejemplo, cuando el recuento de polen es alto, haga ejercicio en el interior con ventanas y puertas cerradas. Cuando haces ejercicio afuera, evita las áreas altamente alergénicas, como campos de hierba, parques y carreteras con mucho tráfico.
El aire seco puede ser particularmente irritante para las personas con asma, mientras que el aire húmedo a menudo facilita el ejercicio. Eso podría significar omitir actividades de resistencia como el esquí de fondo en favor de nadar en una piscina cubierta. Cuando haga ejercicio al aire libre, respire por la nariz en lugar de la boca tanto como sea posible: los conductos nasales filtran el aire y atrapa alergenos e irritantes.
La carrera de larga distancia y el baloncesto de alta energía se encuentran entre los tipos de ejercicio más propensos a causar asma inducida por el ejercicio, o lo que ahora se llama broncoconstricción inducida por el ejercicio, o BIE. La mayoría de las personas con asma lo experimentan cuando las vías respiratorias se reducen debido al esfuerzo, según el Colegio de Alergias, Asma y Inmunología.
Hable con su médico acerca de un régimen de broncodilatadores que pueden ayudar a prevenir el BIE, permitiéndole hacer ejercicio con menos temor a un ataque. Además, un calentamiento de 15 minutos y un enfriamiento de 15 minutos pueden prevenir o limitar la severidad del asma inducido por el ejercicio.
Nunca abandone su hogar sin sus medicamentos, como un inhalador de rescate o, si es alérgico a las picaduras de insectos, un autoinyector de epinefrina.
Y asegúrese de posponer su entrenamiento cada vez que sus síntomas no estén bien controlados o cuando esté enfermo.