La distonía es el término que se utiliza para referirse a una serie de trastornos del movimiento que pueden tener diferentes orígenes. El síntoma común de estas afecciones es la presencia de espasmos y contracciones en los músculos.
Varios grupos musculares diferentes pueden estar involucrados dependiendo de la naturaleza exacta de la condición y las contracciones mismas pueden ser continuas o esporádicas.
Se cree que la distonía es de origen neurológico, involucrando así al cerebro y el sistema nervioso, aunque todos los demás parámetros, como la inteligencia, los reflejos, la memoria y el habla, no se ven afectados en la mayoría de los casos.
Los diferentes tipos de distonía incluyen:
- Distonía focal: una sola región del cuerpo se ve afectada, por ejemplo, los ojos, una pierna, el cuello o un brazo.
- Distonía segmentaria: se afectan dos regiones separadas pero conectadas del cuerpo, como la lengua y la mandíbula.
- Distonía multifocal: Dos regiones del cuerpo que no tienen conexión entre sí se ven afectadas.
- Distonía generalizada: el tronco del cuerpo junto con otras dos partes se ven afectados.
- Hemidistonia: una mitad entera del cuerpo se ve afectada.
La parte más afectada del cuerpo es el cuello, seguido de cerca por el párpado. El desarrollo de la distonía en estos músculos ocurrirá muchos años después de que la persona haya nacido y, por lo general, se mantendrá limitada a esa región, sin afectar a ninguna otra cosa.
Causas de la distonía
La mayoría de los casos de distonía no tienen una causa identificable, aunque se dice que la parte del cerebro responsable del control motor se ve afectada. La distonía también puede desarrollarse como un síntoma de otra afección subyacente, como el Parkinson, un derrame cerebral, una lesión o una infección.
Diagnosticar la distonía
El diagnóstico se hace sobre la base del examen clínico y el historial médico. Es probable que el médico ordene investigaciones que incluyan escáneres cerebrales, análisis de sangre, pruebas de orina o incluso pruebas genéticas.
Tratamiento
No existe una cura permanente para esta afección aunque puede manejarse con bastante eficacia. Las opciones de tratamiento incluyen lo siguiente:
- Toxina botulínica: también conocida como «botox» en la nomenclatura popular, se inyecta en el músculo afectado para debilitarlos. El botox tiene un efecto paralizante sobre los músculos en los que se inyecta y así puede detener las contracciones y espasmos.
- La medicación anticolinérgica y los relajantes musculares probablemente también se prescribirán al individuo afectado.
- Haga ejercicio para mejorar las conexiones neuronales y el control del cerebro con los músculos afectados. También ayuda a mejorar el tono y la postura.
- Cirugía: esta es la última alternativa en la que las conexiones neuronales del músculo afectado se separan del cerebro para proporcionar alivio de los espasmos. Este modo de tratamiento se puede considerar antes si el grupo muscular afectado es de naturaleza potencialmente mortal.
- También existe la opción de tener un dispositivo eléctrico similar a un marcapasos implantado en el cerebro para reducir la cantidad de espasmos que tienen lugar.
La modalidad de tratamiento exacta dependerá de varios factores, incluida la gravedad de la afección, las opiniones y la experiencia del equipo médico, y los deseos del paciente.