La fascitis necrotizante es una forma de infección bacteriana en la que se ven afectados la piel y los tejidos subcutáneos más profundos, como la fascia. El proceso es bastante rápido y el tejido afectado finalmente termina necrótico.
La profundidad de la capa subcutánea es lo que determina la velocidad de propagación de la enfermedad. Esta condición puede ser causada por un trauma previo o cuerpos extraños presentes en la herida quirúrgica. A veces no hay una causa evidente por lo que se clasifica como fascitis necrosante idiopática. Diferentes tipos de bacterias pueden conducir al estado. Incluyen bacterias aeróbicas y anaeróbicas, así como la combinación de estos dos tipos. Si las bacterias anaerobias conducen a esta infección severa, causan una producción de gas que puede visualizarse en las radiografías. La fascitis necrosante es bastante difícil de diagnosticar en la etapa inicial y tiende a progresar rápidamente. El tratamiento es agresivo y debe realizarse a tiempo.
La mayoría de los casos de fascitis necrotizante incluyen bacterias aeróbicas y anaeróbicas. La hipoxia es un lugar adecuado para la multiplicación bacteriana, especialmente porque la función de los leucocitos específicos llamados polimorfonucleares se reduce en condiciones de suministro de oxígeno disminuido. Los iniciadores de la afección son principalmente estreptococos hemolíticos del grupo A y Staphylococcus aureus. Otras bacterias como Bacteroides, Clostridium, Enterobacteriaceae, Proteus, Pseudomonas y Klebsiela también pueden estar involucradas.
Todos los pacientes son tratados agresivamente. En caso de respiración inadecuada, los pacientes son intubados y se les suministra oxígeno. Para que los medicamentos se administren, se abre una línea intravenosa, pero no en la extremidad afectada. Se administran soluciones como Lactated Ringer. La función del corazón se monitorea de cerca. En caso de hipovolemia (disminución del volumen de la sangre) a los pacientes se les inserta un catéter urinario para controlar la producción y la excreción de la orina. Lo más importante es comenzar con antibióticos de inmediato. Los métodos que son esenciales en el tratamiento de esta enfermedad grave incluyen el desbridamiento quirúrgico, que es la extirpación del tejido dañado e infectado. Esto puede evitar que la enfermedad se propague. Como la enfermedad provoca grandes heridas y la destrucción del tejido subcutáneo, una opción es el tratamiento con oxígeno hiperbárico. En la mayoría de los casos severos, un paciente puede terminar con la amputación de la parte del cuerpo destruida.
En caso de infecciones causadas por estreptococos, al paciente se le administra penicilina G (y clindamicina como alternativa). Ambos grupos de bacterias aeróbicas y anaeróbicas deben estar cubiertos. Esto puede hacerse con gentamicina en combinación con clindamicina o cloranfenicol. Incluso una combinación de metronidazol y la tercera generación de cefalosporinas es una opción.