La cirrosis es un daño permanente al tejido hepático causado por la inflamación crónica. El tejido básico del hígado está siendo reemplazado en forma de tejido fibroso de cicatriz y formaciones específicas llamadas nódulos regenerativos.
La hepatitis B y C junto con el alcoholismo presentan las principales causas de esta enfermedad. A medida que el tejido hepático se reduce y la función de este órgano es impropio básicamente el cuerpo entero sufre. Todavía las complicaciones de la enfermedad se desarrollan gradualmente y en la etapa terminal de la enfermedad conducen a la muerte, a menos que un paciente sae trasplantado con un hígado nuevo.
La ascitis es a la vez el síntoma y la complicación de la enfermedad. Presenta una colección de líquido dentro de la cavidad abdominal. Este líquido puede contener proteínas, por lo que la cantidad total de proteína en el cuerpo disminuye y esto puede conducir a edema adicional de las piernas, por ejemplo.
Los pacientes que sufren de cirrosis son más susceptibles a las infecciones que la población en general. Incluso las infecciones menores pueden causar grandes daños y poner en peligro la vida.
El hígado es a menudo dañado en gran medida. Esto conduce a un procesamiento menos adecuado de alimentos, vitaminas y minerales. Todos estos resultados dan desnutrición crónica.
En caso de que la bilirrubina no se excrete lo suficiente del cuerpo, se prolonga y conduce a la ictericia. Esta es otra complicación de la cirrosis.
El hígado no es capaz de procesar y eliminar las sustancias tóxicas del cuerpo. Esto significa que estos contaminantes dañinos persisten en el cuerpo y pueden llegar a cada órgano. Si llegan al cerebro conducen a la confusión y a la falta de concentración. La exposición prolongada a las toxinas resulta en la encefalopatía hepática, que es una de las complicaciones más graves de la enfermedad.
La presión dentro de las venas hepáticas y la vena mayor en el abdomen llamado veta portae, se eleva. Esto se refleja en el aumento de la presión dentro de otras venas del cuerpo. Si la presión en la vena esofágica supera cierto nivel, el paciente desarrolla las llamadas varices esofágicas. Estas varices son propensas a la hemorragia, especialmente si la presión sigue aumentando. Una vez que se produce el sangrado, el paciente es inmediatamente hospitalizado. Debido a la hipertensión en las venas incluso el bazo puede estar agrandado. El aumento de moretones y hemorragias está en conexión con la imposibilidad hepática de producir niveles normales de proteínas que están a cargo de la coagulación. En estos pacientes, incluso los niveles de plaquetas son bastante bajos.
Los pacientes que sufren de cirrosis del hígado corren mayor riesgo de desarrollar carcinoma hepático. Esta es la razón por lo que los controles regulares se hacen para establecer los posibles carcinomas en el principio.
Debido a una función hepática inadecuada, la mayoría de los medicamentos tardan más en ser metabolizados. Esto conduce a su estancia prolongada e incluso a concentraciones aumentadas. Esto tiene que ser tomado en consideración en todos los pacientes que sufren de cirrosis, en caso de que necesiten recibir cualquier tipo de medicamentos.
En las etapas terminales, la enfermedad conduce a insuficiencia renal y pulmonar, llamada síndromes hepatorrenales y hepatopulmonales.